Un viaje al otro mundo.

Un viaje al otro mundo.

Me encontraba en mi laboratorio, tenía una nueva investigación. Necesitaba saber si era verdad. No podía creer que una niña fue la que me instó a hacer esto.

Estaba dando una conferencia, al terminar mi jefe me felicito.

Luego una pequeña niña se me acercó, parecía que sus padres eran científicos o algo así, pues me formuló una pregunta que nunca me había imaginado.

Ella me preguntó:

-       Dígame, ¿hay un mundo paralelo? ­- me interrogó.

Ante estas palabras no supe que responder. Me tenía intrigado.

Esa misma tarde me quedé pensando sobre si podría haber un mundo paralelo.

Me la pasé investigando, creando teorías.

Me tardé semanas, meses, años.

Pero mi pregunta al fin tuvo una respuesta. Efectivamente había un mundo paralelo, es más no sólo uno, sino billones de mundos, con diferentes pasados, presentes y futuros cada uno. Quería ver por lo menos un mundo diferente.

Me decía:

-       Si se pudieran crear viajes en el tiempo, como se señala en la historia de “La Máquina del Tiempo”, porque no viajes a otro mundo. Un viaje a uno de los billones de futuros que había.

Sabía que “La Máquina del Tiempo” era una historia, una fantasía. Pero quería intentar algo nuevo, algo en lo que no muchos habían pensado.

Me dedique a crear una máquina en la que se pudiera crear un viaje a otro mundo, me tarde algunos años más. En total por toda mi investigación me tarde siete años, no lo podía creer.

Al terminar la máquina ya quería probarla, tenía que viajar, sólo para llevarle la evidencia a aquella pequeña y decidí ponerle un nombre. La llame la máquina Verne en honor a mi escritor favorito de ciencia ficción, Julio Verne, pero tenía una conferencia, para hablar de mi próximo invento.

Mi jefe pensaba que hablaría de otro invento, sobre que pasaba después de la muerte, sin embargo, investigar sobre eso era imposible y casi no me interesaba.

Se que era un tema de interés, que a muchos les intriga, pero a mí no.

Después de la conferencia mi jefe me regaño, como era de esperarse, pues no hable del tema que, según él, le iban hacer ganar millones.

-       ¡Que no puedes seguir una instrucción! ¿por qué investigaste sobre eso?, se suponía que ibas hablar de que pasaba después de la muerte - me dijo muy furioso.

A esto no le puse importancia.

Mientras me daba un sermón, pude ver como una chica pasaba detrás de él.

Parecía ser la misma niña de antes, había crecido bastante, claro habían pasado siete años, era lo más obvio.

Me aleje de mi jefe, como si no estuviera ahí.

-       ¡Pequeña! - grite mientras me dirigía a ella.

-       Señor, ¿Cómo ha estado? ¿me recuerda?

-       Claro, como olvidarte, tú me inspiraste para hacer esto.

-       ¿En serio?

-       Si, no sé cómo agradecerte.

-       No hay nada de que agradecerme, señor.

-       Te traeré un recuerdo, una evidencia después de mi viaje.

-       Viaje ¿Cuál viaje? ¿A dónde piensa ir?

-       Iré a un mundo distinto - le dije mientras me alejaba de ella

Fui directo a mi laboratorio, estaba muy emocionado.

Agarré una mochila en la que llevaba un poco de comida, una libreta y un lápiz, mi amuleto de la suerte que era una pulsera y una pequeña cámara.

En mi maquina había varios botones, cada uno decía un número. El número indicaba un mundo paralelo diferente.

No me complique la vida y elegí el número al azar, lo único que hice fue cerrar los ojos y apreté un botón.

El número del botón era 1547.

Inmediatamente al apretarlo, la maquina Verne salió volando.

Era algo parecido a lo que decía “La Máquina del Tiempo”.

Salía disparada como un cohete, a pesar de eso, no me sentí mal.

No tenía nauseas o temor.

Lo que se veía alrededor mío era como el espacio. Todo estaba negro, pero había destellos, como estrellas, era hermoso, una vista que jamás olvidare.

La máquina se detuvo. Estaba emocionado por saber que pasaba.

Pensaba que podría ser un mundo hermoso, así que saqué mi cámara, salí de la máquina y mi sorpresa no fue nada agradable.

Justo cuando iba a tomar una foto, me di cuenta de que la ciudad estaba destruida completamente.

No había casas ni edificios tampoco rastros de vida, ni siquiera una vida animal o de alguna planta.

Cada cosa que recordaba de mi ciudad ya no estaba.

Fui a donde se supone que era mi hogar, pero solo había una foto rota. Era la foto de mi familia, de mi esposa e hija. El vidrio estaba roto y en la foto había sangre seca.

Después de ir a mi hogar fui a mi laboratorio, que por suerte no estaba tan lejos.

Como lo esperaba estaba destruido, pero no tanto como toda la ciudad.

Escuché un ruido así que me escondí, no sabía que podía ser.

Vi fijamente y para mi sorpresa era una persona, era yo.

Había leído que si te encuentras con algún otro “tú” algo malo pasaría, como que el mundo o el universo explote o que dejaras de existir.

Por accidente tire un palo que cayó en algo de metal, así que mi yo se volteó para ver qué pasaba.

Me asuste mucho, pero al preguntarme que quien era nada malo paso.

-       ¿Qué paso aquí? - pregunte muy angustiado.

-       Todo fue mi culpa.

-       ¿Qué quieres decir con eso?

-       Si tan sólo hubiera investigado lo de los mundos paralelos, todo hubiera sido distinto.

Ahora entendía que estaba pasando, era el efecto mariposa, un pequeño cambio altera muchas cosas.

Desearía haber hecho algo, pero era imposible, no podía retroceder en el tiempo.

-       Sé que tú eres yo de otro mundo - me dijo después de un silencio incómodo.

-        ¿Por qué estás aquí?

-       Necesito evidencia para una niña que me preguntó de los mundos paralelos.

Al decirle sobre esto, parecía que, si la había conocido, puso una sonrisa, pero su rostro decía que en realidad estaba triste.

-       Ya veo ¿Qué quieres que haga?

-       Sólo una foto.

-       Está bien.

Nos tomamos una foto los dos juntos y de inmediato agarre mis cosas para irme. Me sentía muy mal y apenado.

Él me acompaño a la máquina, al subirme pude ver como sacaba un cristal de su bolsillo, lentamente empezó a cortarse la garganta y con su último aliento me dijo “Gracias”.

Evidentemente no podía hacer nada, solo apreté el botón de regreso a mi mundo, mientras la máquina se alejaba, yo estaba llorando.

Parecía que el tiempo no había pasado, tal vez algunos minutos u horas, pero había pasado casi un año.

Me dijeron que la niña ya no se encontraba aquí, se había mudado a Inglaterra y ya no pude darle la foto.

Al saber de esto fui a mi hogar, con mi esposa e hija y las abrasé muy fuerte.

Desde ese día tengo la foto, con ese recuerdo que nunca se me quitara de la cabeza.

M.G.R.

https://portalacademico.cch.unam.mx/materiales/al/cont/tall/tlriid/tlriid4/circuloLectores/docs/maquina_del_tiempo.pdf